Para traducir es necesario aprender a escribir. A escribir bien. Y en tu propio idioma. Por obvia, esta afirmación parece absurda; y, sin embargo, esconde una realidad irrefutable: el traductor es, incluso hoy, un artesano de la palabra certera, en un oficio que precisa de muchos años de aprendizaje insoslayable. No hay atajos posibles, ni…
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